viernes, 13 de abril de 2018

TRIBUTO


INSTRUCCIONES PARA UN ENTRESUEÑO

A Cortázar

Lo último que recuerda es el suelo resbaloso, las luces del carro que lo cerraron, el bache en la llanta delantera, un par de metros suspendido en el aire viendo pasar uno a uno los momentos más importantes de su vida, el golpe en el ojo contra el duro asfalto, el casco rodando metros lejos de él, el motor de la moto dejando de rugir lentamente, la sirena de la ambulancia aproximándose, los paramédicos bajando presurosos con la camilla en la mano, un eco  diciendo “se nos va”, horas de interminable silencio interrumpidas por voces de enfermeras que hablan de lo difícil que estuvo el turno o la voz de un medico que dice sin titubear: no hay nada que hacer.  Abrió los ojos. Se levantó presuroso en dirección del espejo, se miró detenidamente, ni una marca, ni una señal del accidente, “todo fue un sueño” pensó sonriente. Se colocó el gabán y salió a la calle, hacía frío, la vieja iglesia del pueblo estaba allí frente a la colorida plaza, todo estaba como lo recordaba. “Hola Julio” dijo saludando a Cortázar que  pasaba por ahí, “espero que este año me regalen para el aniversario de un reloj”, al terminar la frase se dio cuenta que algo no estaba bien, que era una frase absurda, y viendo desde lejos como su parte inferior izquierda llamada pie se enredaba con su parte inferior derecha, también llamada pie, y se disponía a caer por la larga escalera, supo que el sueño todavía no había terminado.

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